miércoles, marzo 31, 2010

Preparativos

Mañana empiezo mi trabajo como programador en Platinum Games (como de ahora en adelante me referiré mucho a la compañía la abreviaré PG). No tienen que preguntar, estoy muy emocionado. ¡Voy a hacer videojuegos! Y, permítanme alardear un poco, no es en una compañía insignificante, es en la compañía de los creativos detrás de juegos como Resident Evil, Viewtiful Joe, Ôkami, y más recientemente, Bayonetta.

Este es también un nuevo mundo en cuanto a cultura se refiere. Por supuesto, es cultura japonesa, pero es un subconjunto muy particular de la misma. Vamos a ver qué cosas aprendo y qué cosas me deja contar el NDA.

Por lo pronto les puedo contar que mi primer salario lo recibiré el 25 de mayo del año en curso. Sí, el primer sueldo lo pagan a finales del segundo mes. Aparentemente eso es muy común en las compañías japonesas. De hecho, Toyota y todas las compañías de ese grupo son famosas por seguir esta tradición con rigurosidad.

Dar este paso tan importante implica prepararse. Mis preparativos han sido bastante variados.

En primer lugar, me tuve que graduar. La oferta de trabajo que hacen las compañías japonesas con varios  meses de antelación es condicional a que uno se gradúe cuando uno se tiene que graduar. El acto de grado fue en el Osaka Castle Hall. Hacer un acto en un teatro gigante es la única manera de meter a 3500 graduandos más familiares, orquesta y profesores.









Lo malo de que seamos 3500 graduandos es que no es posible que todos suban a recibir su título de manos del rector. Un representante por carrera es llamado al podio y sólo a esa persona se le entrega el título.



A la vez que esto ocurre, todos los estudiantes de dicha carrera se ponen de pie. Eso es todo. Es bastante anti-clímax para los largos semestres de dedicación que uno le pone a la tesis de maestría.

Evidentemnte, a cada graduando le tienen que dar su título. En el caso de Informática y Ciencias Físicas, hubo un mini-acto de grado en un salón cualquiera de clases de la universidad. Uno de los profesores llamaría nuestros nombres y subiríamos a la tarima a recoger nuestro diploma. De nuevo, bastante anti-clímax.

Esa noche fue la fiesta de graduación del departamento. Como parte del entretenimiento, se le permitía a los graduandos hacer mochi. El mochi es una masa que se hace golpeando arroz con un mazo gigante. Luego es cocinada y servida a los invitados.





Luego de hacer mochi recogí mi premio a la mejor tesis de la especialidad, que resultó ser un diploma y una medalla.

Así se ve mi medalla:



Y así se ve un diploma japonés de garduación de maestría. Tomen en cuenta que ese es un folio de tamaño A3:



El sello grande, cuadrado y rojo en la esquina superior derecha es el sello de la universidad. Normalmente, los sellos institucionales son cuadrados. Los sellos personales son redondos. En Japón no se acostumbra a firmar, se acostumbra a poner sellos. Como parte de mi preparación tuve que mandar a hacerme un sello pequeño y redondo.

Cuando me mudé al apartamento en el que vivo ahora, tuve que mandar a hacer un sello, o hanko, para poder firmar los papeles de arrendamiento. Ahora que voy a firmar un contrato con una compañía necesito un sello. Sin embargo, decidí no usar el del apartamento. Aquel sello tiene mi primer nombre escrito en unos kanji con una lectura no estándar. Pensé que eso no sería apropiado para un contrato serio, así que mandé a hacer un sello con mi apellido en katakana, que sería lo más tradicional para un extranjero.



El sello lo tuve que registrar en la municipalidad. Eso implica que en la municipalidad le harán un par de impresiones y la guardarán en un archivo de modo que si fuera necesario saber si una impresión fue hecha o no con mi sello, se pueda cotejar. En el registro me dieron un papelito que dice que está registrado a mi nombre. Lo que selle con ese hanko me compromete legalmente…

En la misma municipalidad también me tocó pedir el nenkin-techo. Es una libreta donde son anotadas tus contribuciones al sistema de pensiones de Japón. No es una opción, es una obligación para todos los empleados de todas las compañías japonesas. No es una libreta muy emocionante, tan sólo se va a quedar con parte de mi salario mensual.

Como se habrán dado cuenta, la noche en que hice mochi yo tenía un estilo un tanto peculiar de barba. Resulta ser que en el lejano oriente, las personas que entran como nuevos empleados a una compañía tienen que afeitarse al ras completamente. No es un requerimiento legal, es un requerimiento social. Imagino que el origen yace en dar una buena impresión, una impresión de limpieza y aseo, no sólo dentro de la compañía sino también a los clientes.

Yo me dejé la barba desde octubre del año pasado porque sí, porque nunca lo había intentado, porque quería ver que tal me quedaba.

Luego de varios meses de no afeitarme pude llevar con orgullo el estilo náufrago.



Como poco a poco se acercaba el día de mañana decidí recortarme la barba pasando por varios estilos, como hacen en el blog The Quest for Every Beard Type.

Luego intenté este estilo que creo que se llama short boxed:



Luego probé algo muy inusual, el hollywoodian:



Pensé que se vería peor que eso. Pero como tampoco se veía tan bien pasé a intento de balbo



que fue cuando me gradué. Ya luego pasé a intento de VanDyke



y ya no tengo barba :D

Tal vez lo de la barba no sólo sea por presentación personal, sino también como parte de un rito de iniciación. He escuchado que a los nuevos en las compañías se le asignan trabajos como servir té y sacar la basura. No es que uno empieza como camarero, es que uno va a ser camarero además de hacer su trabajo ordinario. Me parece que será un rito de iniciación fuerte pues durará un año y tendré responsabilidades encima de aprender a hacer juegos, que de por sí no debe ser algo tan fácil.

Si uno revisa la página web en japonés de PG, uno verá que las contribuciones al blog son mayoritariamente hecha por los nuevos. Es decir, parte de mi rito de iniciación será escribir el blog de PG ¡Por supuesto, habrá versión en español por aquí!

miércoles, marzo 24, 2010

Onsen

El hombre nace desnudo. En muchos lugares del mundo, el hombre crece desnudo y vive desnudo. En otros lugares, la desnudez es vista como mala, y los hombres se visten con ropas que utilizan para mostrar su profesión o su pertenencia a algunos grupos; en muchas de esas regiones, desnudarse ante otros es un tabú y sólo es válido en un par de casos. En algunos otros lugares, como Japón, el hombre nace desnudo, crece con ropa, pero la desnudez se ve con más naturalidad.

Hace no muchos años los baños públicos en Japón eran lo normal. El común de la gente no tendría en su casa una bañera privada, sino que usaría el baño del pueblo. También era común que los baños públicos fueran unisex. Muchas veces el mismo baño era usado por hombres y mujeres, niños y niñas. Eso fue hace tan poco tiempo que cuando mi profesora de japonés era niña se bañaba en el baño local.

Obviamente, Japón ha cambiado. Ahora es una nación rica donde la gran mayoría de las personas tienen en sus casas un ofuro, o sea, la típica bañera japonesa que es más profunda que larga. Debido a que ya no son necesarios, los baños públicos, o sentô, están disminuyendo en número. Además, por la influencia occidental, sólo en algunas áreas rurales se consiguen sentô mixtos, el resto están separados por género.

Sin embargo, hay un tipo de sentô que se mantiene fuerte: los onsen. La palabra onsen está compuesta por un kanji que significa "agua caliente" y por un kanji que significa "manantial", en otras palabras, onsen significa aguas termales, y son un punto importantísimo dentro de la cultura japonesa. Primero, es una tradición milenaria. Segundo, es muy relajante. Y por último, en Japón es de suma importancia que haya una alta cohesión dentro de los miembros de un grupo, y compartir un baño genera lazos de amistad.

Los onsen también han evolucionado con la riqueza de la nación, ahora muchos son lujosos, algunos convertidos en spa, con hoteles alrededor donde los huéspedes pueden consentirse con costosos banquetes y suaves futones.

Yo sabía de la existencia de los onsen desde mucho antes de venir a Japón. Cualquier persona que vea animé eventualmente se topará con esta muy arraigada tradición. Tan arraigada es que la gente del lab. en el que estudié van a onsen juntos y eso es considerado algo en extremo normal. Por ejemplo, en el gasshuku de verano nos quedamos en una posada japonesa, las habitaciones no tenían ducha, todo el mundo se bañaba en el sentô del hotel. Como sólo nos quedamos una noche, decidí que podía estar 24 horas sin bañarme y evité el sentô. Similarmente, en el gasshuku de invierno nos quedamos en una posada japonesa que tampoco tenía baños en los cuartos, sólo un onsen, pero como eran 2 noches no tuve más opción que bañarme allí. Ahora bien, no me daría por vencido tan fácilmente. Pedí al gerente de la posada que me permitiera usar el onsen luego de la hora de cerrar, de modo de estar solo, cosa que logré.

Del párrafo anterior podemos aprender dos cosas: que las posadas japonesas no tienen duchas privadas y que Simón no ha querido bañarse en público.

Cuéntanos Simón, ¿por qué?

Imagino que porque es más barato construir un edificio con un solo baño que con un baño por habitación, además de que así se sigue la tradición, cosa que fascina a los japoneses.

No me refería a esa parte.

¡Ah! Bueno, la respuesta es simple: ¿Quién quiere estar desnudo con los profesores de su lab? La verdad es que vengo de una cultura extremadamente homofóbica que vería como una aberración semejante escena. No es que sucedan cosas raras en los onsen, para nada, es simplemente un cicatriz mental de la cultura latina. Encima de eso, dicha cultura latina considera la desnudez como un tabú. Por esas razones nunca me he bañado en público, lo que sumado a la pena natural da por resultado una fobia a los onsen y sentô en general.

Pero eso tenía que cambiar. En mi afán por aprender más de la cultura japonesa tarde o temprano me tenía que meter en un onsen. Eso sucedió bastante tarde, luego de haber estado en este país un poco más de 2 años. La ocasión fue la visita de mis hermanos a Japón. Uno de los requerimientos que hizo mi hermana cuando estábamos planeando el viaje era ir a un onsen. Sara está muy interesada en la cultura japonesa (tanto que estudia el idioma), ergo, era imprescindible la ida a un buen onsen.

Como el tiempo no era uno de los lujos del viaje y no podríamos probar varios sitios, tuve que escoger un onsen memorable. Conseguí que Arima Onsen, al lado de Kobe, es uno de los más famosos dentro de Japón y además tiene varios siglos de tradición. Aparentemente es frecuentado desde el siglo VIII y gente famosa en la historia de Japón, como Toyotomi Hideyoshi, visitaba sus aguas.

Arima Onsen no es un solo onsen, es una zona. En esa zona hay dos manantiales, uno es el manantial de oro y el otro es el mantial de plata. El de oro se llama así por su color, que es causado por el hierro que contiene, el otro es cristalino. Alrededor de esos manantiales se han construido varios onsen con diversos servicios y lujos.

Nosotros fuímos a Taiko no Yu porque permiten a los clientes entrar al agua sin tener que hospedarse en el hotel y porque ofrecen 24 diferentes bañeras. Si vamos a ir a un solo onsen mejor ir a uno con mucha variedad :D

Desde Kobe tomamos un tren que llega hasta Arima. En la estación de Arima tomamos un bus para clientes de Taiko no Yu que nos llevó directo al hotel.

Así fue mi experiencia: primero uno deja sus zapatos en unos casilleros en la entrada, en todo el hotel se camina con sandalias. Uno pasa a la recepción y paga la entrada, algo así como USD $25 por todo el día. Ahí uno obtiene una llave de un primer casillero, una yukata (una especie kimono ligero) y un par de toallas, una grande y una muy pequeña.

A continuación uno entra a los primeros vestidores que están separados por sexo. Ahí uno se cambia de ropa a yukata y deja la ropa en el primer casillero. Luego uno va con sus toallas a la sección de onsen. Ahí nos separamos de mi hermana, pues estos onsen también están separados por sexo.

Comprenderán que en ese momento estaba nervioso, primera vez en un onsen, con todo el rollo mental de mi cultura. Sin embargo, lo primero que veo son varios niños corriendo por el segundo vestidor como Dios los trajo al mundo. Al ver a esos niños jugando tan inocentes de todo me dije a mi mismo que desearía ser así y olvidarme de todo el problema occidental del tabú.

Este segundo vestidor es el vestidor de la verdad, pues ahí uno se quita la yukata y la guarda junto con la llave del primer casillero y la toalla grande en un segundo casillero. La toalla grande es la que uno usa para secarse una vez que ha terminado de usar el onsen. La llave de este nuevo casillero incluye una liga de modo que la puedas usar como pulsera. Por cierto, ésa es la respuesta a la milenaria pregunta de "¿qué hacen los nudistas con las llaves del auto?".

Con la llave como pulsera y la toalla pequeña uno pasa del segundo vestidor al sitio donde está el agua. Sin embargo, la toalla chiquita no es suficientemente grande como para cubrir todo. Sólo alcanza para tapar la vanguardia, la retaguardia va desprotegida.

Allí adentro ya pude ver 3 de las 24 bañeras prometidas. La primera es agua cristalina que baja del monte Rokko, y así como viene la vierten en una bañera



es agua fría, no me metí en ese instante. Luego vi 3 bañeras más, una proveniente del manantial de oro, una del manantial de plata y una del de plata mezclada con agua fría:







Sin embargo, uno no se mete al agua así nada más. Hay que bañarse antes. El objetivo del agua termal no es limpiarse, es sanar el cuerpo y relajarse. En cuanto a la sanación, todos los buenos onsen tienen una tablita con la descripción de los minerales que contiene el agua y qué tipo de enfermedades cura.

En cuanto a lo de que es para relajarse y no para limpiarse el cuerpo, bueno, no es una imagen muy inspiradora la de meterse en el agua donde alguien dejó todo el sucio que tenía pegado al cuerpo. Por lo tanto, antes del onsen hay ducha. Uno se sienta en un banquito de madera y se lava con jabón y shampoo líquido que hay a disposición de los clientes. Algunas personas utilizan la toallita para restregar su cuerpo, así que descubrí que no es sólo para mantener un poco de pudor.

Ahora sí que sí, ¡al onsen! Primero probé el de plata mezclada. No estaba tan caliente, estaba perfecta, pude entrar bastante rápido. Me quedé unos minutos ahí, relajado. Sin embargo, como me prometieron 24 bañeras lo que tenía en mente era ir a la siguiente. Probé la de oro. Ésa sí estaba súper caliente, tanto que no pude estar mucho tiempo inmerso. Decidí meter sólo las piernas un rato antes de seguir a la siguiente.

Como no tenía suficiente coraje para meterme en agua fría, decidí subir a la terraza. La terraza no tiene techo, pero sí tiene paredes. Ahí está el resto de las bañeras. La primera que probé es un agua que es una mezcla del manantial de plata con aguas aromáticas. Ese mes tocaba limón. Me imagino que por efectos de aroma-terapia uno se relaja aun más. Olía muy bien.



Estando de onsen en onsen eventualmente uno llega a una conclusión de que la toallita no es tan necesaria. Puedes cubrirte un poco mientras estás afuera del agua, pero está prohibido introducir la toalla en el onsen, así que la persona obsesiva va a estar en un constante maniobrar cada vez que sale o entra al agua. Hay mucha gente que camina sin usarla para cubrirse y no hay ningún problema. La verdad es que el ambiente es muy sano y es visto con naturalidad que la gente ande al natural.

Cuando todas las personas a tu alrededor andan sin tanto problema para taparse, uno se siente un poco tonto esforzándose en seguir una manera de pensar que no tiene validez ahí. Uno se da cuenta de lo absurdo que resulta cubrir una parte arbitraria del cuerpo. Estar como uno es es la acción más lógica y lo adeacuado en ese contexto.

Ya sin mucha pena fuí a probar las bañeras restantes. La siguiente es el agua de ácido carbónico. Ese espacio, un poco aislado del resto, tiene un sistema de iluminación para relajar aun más al cliente. Lo divertido de esta bañera es que gracias al ácido se van formando burbujas sobre tu piel. Es entretenido pasarse la mano por los brazos y reproducir el efecto de un vaso de Coca-cola.



Luego tocó otra agua del manantial de oro.



aparentemente la concentración de minerales en esta agua es mucho mayor que la del piso inferior, por lo que hay que usarla con cautela… También hay una pared de piedra por la que fluye el agua a la bañera, y una especie de silla de piedra en el que puedes sentarte para que tu espalda intercepte la corriente.

Luego de haber pasado por varias bañeras de altas temperaturas uno empieza a pasar calor. Para permitir que el calor se disipe existen este par de charcos:





En el primer caso, uno se puede acostar en el suelo, recostar la cabeza en unos troncos y colocar los pies en agua cristalina. Sorprendentemente, los troncos no son tan incómodos. Como casi todo el cuerpo está afuera del agua la temperatura del mismo baja. En teoría, en el día uno también puede usar ese lugar para tomar baños de sol. El segundo caso es similar, pero sentado.

Luego de enfriarme un rato fuí al kamaburo:



La forma es demasiado graciosa, ¡es un bol! A pesar de causarme gracia, fue la que más me gustó. No sé que manantial es, por ahí decía que tiene germanio, pero el agua tibia cayendo sobre tu espalda es perfecta. Además del agua, la forma de la ponchera es totalmente ergonómica. No hay mucho que hacer, ni a donde moverse, por lo que puedes concentrarte unos minutos en pensar en nada.

Si contamos, hasta ahora me había metido en 8 bañeras. Sin embargo, se acabaron las opciones. Ahí me engañaron. Resulta que del total de 24 bañeras la mitad está en la sección de mujeres. De las 12 en la sección de hombres, hay 3 repetidas que son los kamaburo. A pesar del engaño, no puedo negar que tienen más variedad que la competencia.

La última que probé fue la bañera fría, se siente bien enfriar el cuerpo súbitamente, pero no es para estarse mucho tiempo ahí. Luego de haberte enfriado puedes disfrutar otra vez de bañeras calientes :D

En algún momento coincidí con mi hermano que estaba hablando con un japonés en inglés. Eventualmente me uní a la conversación. El señor estaba muy interesado en qué hago en Japón, mi opinión sobre los onsen y el hecho de que no hay esa cultura en iberoamérica.

¿No te da cosa hablar con alguien sin ropa?

Pues la verdad es que siente igual que hablar con alguien con ropa. Como dije más arriba, el ambiente es muy sano. Pareciera que la forma de pensar es la misma que cuando uno tiene ropa. ¿Qué más puro que eso?

Como ya se acercaba la hora del último tren de regreso, tuvimos que salir de los onsen. Mi hermana olvidó toda noción de tiempo, así que fue necesario que yo le pidiera a una empleada que buscara a una extranjera de nombre Sara en la sección de mujeres, y que por favor la sacara.

Nos tocó correr un poco, pero alcanzamos el último tren.

¡Qué maravilla son los onsen, y qué diferente de como los imaginaba! La gente no está pendiente de nada raro, conversan, hay niños jugando y mucha relajación en un ambiente sano. Habiendo perdido todo el miedo y habiendo aprendido lo bueno que son, en el gasshuku de verano de 2009 (que no blogueé por falta de tiempo) no despericié la ocasión. Ese gasshuku fue en una zona de onsen. Me dio muchísima risa cuando entré a uno y escucho "¡Simón, ¿qué haces aquí?!" dicho por de uno de los profesores quien inmediatamente aseguró su toallita a la cintura.

Ya va, ya va, muy bonito tu cuento, pero ¿qué paso con la moral cristiana y tal? Arriba dijiste que en algunas culturas eso es considerado malo, como en la tuya.

Sí, ya iba a llegar a ese punto. Quien se tome la molestia de investigar un poquito más a fondo y no se limite a lo enseñado en catequesis, conseguirá que no hay problema moral alguno con la desnudez pública.

Cuando uno es niño, tiene una fe de niño y comprende las cosas como un niño. A un niño en catequesis no le van a poder explicar toda la complejidad moral del asunto, así que lo resumen en que andar desnudo en público y ver gente desnuda es malo. Cuando uno es adulto debería tener una fe de adulto y comprender las cosas como un adulto. Leyendo el catecismo de la iglesia (el grueso de tamaño de un Pequeño Larousse, no el resumen tamaño folleto), leyendo encíclicas y libros del Papa Juan Pablo II, hablando con sacerdotes, etc. uno puede comprender lo siguiente: la desnudez no es mala, Dios hizo al hombre desnudo. Lo que puede cambiar la moralidad del asunto es la intención del hombre: si hay lujuria, sí es pecado. Sino, no debería haber problema.

A pesar de que no debería haber problema uno escucha mucho que todo eso es malo. Esto se debe a la sobre-simplificación indebida de que el problema es la visión de occidente: nuestra cultura está acostumbrada a asociar desnudez con sexo, y es una asociación difícil de romper, por lo que exponerse en vano a la desnudez no parece lo más sensato. Por esta razón es que se recomienda prudencia con el pudor.

Luego de experimentar lo bueno y lo natural que resulta andar como Dios hizo al hombre, conseguí que esa asociación de mi cultura es perversa en si. Trae más problemas que beneficios. Sospecho fuertemente que esa es la raíz de muchos problemas en nuestra sociedad. Como no puedo cambiar mi cultura, pero si puedo cambiarme a mí mismo, he decidido escapar de esa forma de pensar y tratar de adoptar un pensamiento más inocente como el japonés. Estar en los onsen ha sido un excelente primer paso.

Nota: las fotos de las bañeras fueron sacadas de la página web de Taiko no Yu. Además, espero que no hubiera nadie esperando fotos con personas.

jueves, marzo 04, 2010

Snowboarding según Simón

Muy bien, debo muchos posts que han debido de ser publicados en su momento, pero que por falta de tiempo no pudieron ser. Hace aproximadamente un año, unas semanas antes del Nippon-bashi Street Festa, estaba muy ocupado con lo de buscar trabajo pero en las agrupacipones japonesas el compartir tiene una alta prioridad, y cuando hay gasshuku hay que ir.

Este gasshuku de invierno era un poco distinto al gasshuku de verano. En primer lugar, no hay exposiciones ni presentaciones de los avances de cada quien, está dedicado exclusivamente a la diversión. La otra diferencia es consecuencia de la primera, como sólo es ir a divertirse no está revestido de la importancia y obligatoriedad del otro.

Gracias a Dios el frío invierno estaba terminando, pero en Nagano, una prefectura que se encuentra más al norte que Ôsaka, se acumula suficiente nieve de modo que todavía se puede esquiar a principios de marzo. En el mapa Ôsaka es 27 y Nagano es 20.



Así es, el gasshuku de invierno es un gasshuku de esquí.

Partimos de Ôsaka en autobus nocturno. Salimos a eso de las 10:00pm y, luego de 9 horas de carretera, llegamos a un poblado pequenísimo llamado Togari-onsen, en el municipio de Iitama, Nagano.





Lo que más me gustó del pueblito es que por doquier hay riachuelos que van por pequeños canales, lo que me hizo sentir que estaba en alguno de los pequeños pueblos de The Legend of Zelda: Ocarina of Time.

A pesar de ser las 7:00am el negocio de alquiler de equipo de esquiar estaba funcionando. Como era muy temprano y no podíamos dejar nuestro equipaje en el hotel nos permitieron dejar los bultos en una sala común del 2º piso del establecimiento. Luego de un desayuno improvisado bajamos a escoger el equipo.

Yo jamás en mi vida había esquiado. ¡Si no fue hasta el invierno anterior cuando vi nieve por primera vez! Como me habían explicado que hacer snowboarding es más difícil que esquiar, yo ya había decidido semanas antes que me iba por la opción fácil. Pero los estudiantes no estaban contentos con mi decisión. Me convencieron de una manera muy sencilla: ¿Quiénes de nuestro grupo van a esquíar? Profesores ¿Quiénes de nuestro grupo van a hacer snowboarding? Estudiantes. Conclusión: brecha generacional; Simón, tu te vienes con los jóvenes.

Muy bien, muy bien, me cambié a snowboarding. Traje conmigo un pantalón deportivo, varias capas de franelas y sweaters y un gorro. En la tiendita alquilé una chaqueta impermeable, un pantalón impermeable, antiparras, guantes impermeables, botas y el snowboard. Así se ve Simón luego de ponerse todo el equipo.



Caminando desde la tiendita 5 minutos uno llega al gerende. Gerende es la manera japonesa de pronunciar la palabra alemana gelände que significa, aparentemente, pendiente, pero en japonés se usa exclusivamente para pendientes en la que se esquía. A pesar de tanta explicación, memoricé gerende porque rima con merengue :)

Todos los asistentes del gasshuku ya sabían esquiar excepto un estudiante de maestría y yo. Me impresionó lo rápido que se decidió quién nos enseñaría. Un estudiante que acaba de terminar la maestría, de nombre Nishikawa, acababa de regresar de su viaje de graduación por Cambodia y estaba muy cansado como para esquiar en serio, así que se conviertió en Nishikawa-sensei-de-snowboarding y así podría tomarse el día con más calma.

Primera instrucción: sujetar la bota izquierda al snowboard. Yo esperaba que la siguiente instrucción fuera sujetar la otra bota, y que luego nos daría lecciones básicas ahí al pie del gerende, pero no. Segunda instrucción: ir caminando así, con un pie libre y uno arrastrando la tabla, hasta el elevador.

Por supuesto, no entendí qué estaba pasando. Resulta que el elevador no debería detenerse, las sillas siempre están en constante movimiento. Uno se sincroniza con las sillas, avanzá hasta una línea en el suelo y espera a que la siguiente silla lo recoja y lo lleve. Con mi lento e inestable caminar por andar arrastrando una tabla resbalosa, no logré llegar a tiempo a la línea y tuvieron que detener el elevador…



El elevador es genial. En algunas partes vas a 10 metros de altura, en otras parece que llegas a 20 ó más; desde ahí se ve el hermoso paisaje de blancas montañas que te rodea, el así llamado ginsekai o "mundo de plata"; no escuchas ningún ruido; la brisa mece suavemente tu silla; solo estás tú suspendido en la grandiosidad. Era tan pacífico, tan relajante, tan liberador, una escena imposible en mi natal Caracas pero realizada en este lejano oriente. Me salió del alma "¡qué grandioso es Japón!", y el estudiante de maestría que estaba sentado a mi lado me miró con cara de signo de interrogación.

Llegar al final del elevador fue un poco traumático. De la misma manera en que el elevador no debe detenerse para que uno se suba, el elevador no debe detenerse para que uno se baje. Lo normal es que uno esquíe una vez llegado al tope, mas como no sabía esquiar caminé penosamente arrastrando la tabla detrás de mí.



Al final de ese elevador estaba la cima del gerende fácil, que en la foto de arriba es como se ve desde abajo. Fue ahí que tomamos nuestras lecciones con Nishikawa. La primera lección es amarrarse la otra bota. Eventualmente terminas en el suelo, así que la siguiente lección es ponerse de pie: te pones de frente a la pendiente, afincas los talones y te pones de pie. Lo importante es meter el talón enterrando la mitad de la tabla en la nieve. Como uno nunca se pone de pie haciendo presión en los talones, las primeras veces es muy difícil, es como aprender a ponerse de pie de nuevo. Una vez que uno está de pie uno debe cambiar el peso del cuerpo hacia adelante, o afincar las puntillas de los pies, de ese modo el snowboard comienza a resbalar. Para detener, meter los talones, para deslizar, meter las puntillas. Básico.

Luego de varias iteraciones de avanzar, frenar, avanzar, frenar, venía la lección difícil: girar. Lo de avanzar y frenar sirve si estás de frente a la pendiente, pero normalmente uno baja la pendiente de lado. Además, uno baja la pendiente en zig-zag, de otra forma agarraría mucha velocidad. En cada esquina donde cambias la dirección del zig-zag hay que girar. Uno de esos giros que se me hizo muy difícil, el de cambiar cuando vas viendo hacia donde vas a cambiar de modo que tu espalda da a la pendiente. Me caí muchas veces intentando éste. En general me caí muchas veces, haciendo cualquier cosa.

Luego de terminar de bajar el gerende por primera vez pensé que no sería tan difícil terminar de dominar el snowboarding, elevador para arriba y a repetir las lecciones. Nunca lo dominé por completo, pero me sentía con la suficiente confianza como para probar otras rutas con el resto del lab., gente que era más experimentada.

Los profesores escogieron una ruta difícil. Con mi exceso de confianza me fuí con ellos para arrepentirme no 20 metros después. La pendiente seguía un camino al lado de la montaña, y ese camino era muy estrecho. Con el miedo de irme por el barranco terminé avanzando muy lentamente, muy pegado a la pared. Eventualmente ese camino se convirtió en otro gerende muy amplio. Ahí si podía bajar agarrando más velocidad. Un par de veces logré el giro difícil, pero muchas veces me caía de espaldas, rodaba un poco y terminaba con la cabeza apuntando a la bajada de la pendiente, enterrado en la nieve, mirando el cielo azul. Pararse desde esa posición es terrible porque hay que maniobrar con las piernas fijas a la tabla de modo de estar de frente a la pendiente para poder afincar los talones.

En ese momento se me ocurrió utilizar una técnica básica de aikido (considerando que estuve casi todo un semestre en el club de aikido , algo tenía que quedarme). Una de las primeras cosas que uno aprende en aikido es a rodar por el piso. Son los llamados ukemi o técnicas para recibir. Si uno hace un ataque en aikido, tu pareja ejecutará una técnica que hará que termines en el suelo. Los ukemi se usan para evitar que te dañes por caer en el piso. En el video de abajo se muestran dos ukemi, el que es ejecutado en la segunda mitad del video es el ushiro-ukemi.



El ushiro-ukemi implica rodar sobre tu espalda de modo de quedar de nuevo en pie. Estando ahí en la nieve ejecuté el ushiro-ukemi y quedé de nuevo de pie, de espaldas a la pendiente, listo para volverme a deslizar. Si bien no bajaba como un profesional, me levantaba con estilo (-; Redescubrir el ushiro-ukemi fue de mucha ayuda. Como me caí muchas veces por lo menos pude ahorrar mucho tiempo levantándome.

A punta de mucho caerme y mucho levantarme, a la mañana siguiente no me pude levantar del dolor. En especial mi tobillo izquierdo estaba resentido por tanto arrastrar la tabla. Decidí que no esquiaría el segundo día. Además, como era domingo decidí aventurarme a conseguir una iglesia en ese pueblito. En el sitio donde nos hospedamos dijeron que no en ese pueblo, pero que agarrando el tren hasta no-me-acuerdo, ahí podría haber. Caminé una larga carretera hasta una estación pueblerina. Nada de máquinas que dispensan tickets o que revisen los tickets, todo se hace a la antigua, con gente.

Corrí con la suerte de llegar a la hora del tren, porque como es una línea con pocos pasajeros no hay sino un tren por hora… Llegué al pueblo recomendado, pregunté en la oficina de información. La señora consiguió unos sitios cristianos, pero eran protestantes, así que no hubo misa para mi ese día.

De regreso comí en un restaurante aleatorio un plato poco usual:



Se ve muy bonito, pero los sabores no combinan, no hay sinergia, cada marisco va por su lado, no es tan sabroso.

Pude tomar muchas fotos del pueblito en que estábamos, definitivamente todo muy bonito y pacífico.









Y si a alguien le suena Nagano, es porque allí se celebraron las olimpiadas de invierno de 1998. Aparentemente el hostel japonés de pretensioso nombre "Four Seasons" en el que nos quedamos colaboró prestando sus servicios en esas olimpíadas.





Otro autobús nocturno nos puso de nuevo en Ôsaka, y cerró esta breve experiencia con deslizarme sobre una tabla sobre nieve pendiente abajo :)