jueves, marzo 31, 2011

El terremoto, visto desde Ōsaka

El 11 de marzo ocurrió el infame terremoto de Tōhoku. Eso fue un día viernes, un poco antes de las 3:00pm. Como es de esperarse de un día viernes a las 3:00pm, estaba trabajando en la oficina.

Como muchos sabrán, yo trabajo y vivo en Ōsaka. Ōsaka está relativamente lejos de Tōkyō y muy lejos de Tōhoku y Fukushima. A pesar de la distancia, aquí se sintió el temblor.

No es mi primer terremoto, y tampoco es mi primer terremoto en la oficina. Al igual que los terremotos anteriores, al principio uno cree que está mareado; es el edificio que se bambolea de un lado a otro. Tarde o temprano uno se da cuenta que no es uno el que se mueve, sino todo lo demás, y procede a ignorar el temblor. Normalmente, el bamboleo desaparece en segundos.

Como con todos los terremotos, toda la gente de mi piso ignoró las vibraciones, al principio.

"Está temblando. No importa, ya pasará" - pensarían mis colegas.

"Está temblando. No importa, ya pasará" - habrán pensado un par de veces más.

"Está temblando. Oye, ya está largo, ¿no?" - por lo menos eso fue lo que yo pensé.

"Epa... me estoy preocupando" - ¡Ja! Todos pensaron ésta.

"¡Perro! ¿Y si este es uno como el de Hanshin-Awaji?"

Este terremoto fue realmente largo. Las vibraciones duraron minutos. O así fue como lo experimentamos. Poco a poco los colegas empezaron a ponerse de pie y comentar, entre risas nerviosas, que el terremoto está largo. Más y más personas se pusieron de pie, todos comentando entre risas que está largo. Hasta que de repente, los ánimos cambiaron de risas a preocupación. Ya nadie se reía, todos estaban esperando en silencio a que algo sucediera, todos indecisos.

El instinto dice que hay que correr, huir cuanto antes. Pero toda la educación dice que lo peor que puedes hacer es moverte en un terremoto. El bambolear del edificio podría hacerte daño si estás corriendo, bajando escaleras, o pasando cerca de un balcón.

En lo que las vibraciones bajaron lo suficiente, a un nivel casi imperceptible, todo el mundo abandonó la oficina. La puerta no es muy grande, sólo pasa uno a la vez, pero los japoneses se comportaron a la altura: no hubo tropiezos ni desorden, y todos salieron rápidamente.

Como yo estoy al final de la oficina sería de los últimos en salir. Si tenía que esperar para salir bien tenía tiempo de tomar mi chaqueta y mi gorro. Todavía estaba haciendo frío de invierno. Fui el único en no pasar frío allá abajo (;

"Simón, ¡qué bien preparado estás para los terremotos!" - me dijo un artista.

No pasaron ni cinco minutos cuando todos, con el espíritu de trabajo que caracteriza a los japoneses (o tal vez porque no les gustó pasar frío), regresaron como si nada a trabajar.

¿Y en Japón no hay réplicas?

Sí, por eso evacuamos el edificio una segunda vez, cuando el edificio se bamboleó por segunda vez... Esta vez todos se trajeron su ropa de invierno :D

Desde la primera vez que bajamos, todos mis colegas acudieron a sus celulares, iPhones y Androids. Así fue que nos enteramos que el terremoto fue en Tōhoku, que la mamá de una artista (que vive en Tōkyō y que estaba bien) veía a Odaiba en fuego, etc.

Odaiba Fire

Todo el mundo empezó a contactar a sus parientes en regiones remotas a ver si estaban bien. Entre que la mitad del país trata de contactar a la otra mitad, y entre los equipos dañados por el terremoto, fue muy difícil para muchas personas recibir información de sus parientes.

Después de que regresamos por segunda vez al trabajo el resto de la tarde transcurrió como un día normal. La única diferencia es que todos seguían webcasts de las noticias. Poco a poco nos fuimos enterando de la gravedad del terremoto, vimos la gente caminar por las calles de Tōkyō por falta de trenes, vimos los reportajes y demás.

Yo tenía planes de ir a Tōkyō ese fin de semana. De hecho, había comprado mi ticket de bus nocturno esa misma tarde.

Sabía que el terremoto había sido fuerte, pero como Japón está preparado para los terremotos supuse que podría ir a Tōkyō sin ningún problema.

Una artista me recomendó fuertemente que no intentara ir a Tōkyō. Cuando hay un gran terremoto como éste el tren bala se detiene. Según me explicaron es como medida de seguridad en caso de algún tsunami-post-terremoto. Hay partes de los rieles que pasan muy cerca del mar.

Por esa misma razón se cierran las carreteras. Además, no se sabe si las carreteras se pueden usar o no. Sin carreteras ni trenes no hay como ir a Tōkyō.

El fin de semana fue de alta tensión. En mi casa estuvimos siguiendo (a través de webcasts, pues no tengo TV) el estado de la planta nuclear de Fukushima. Aparte de eso, todo estaba bien. Aquí en Ōsaka no faltaba luz (el cableado es independiente del de Tōkyō), no escaseaba comida, no se detuvieron los trenes, etc.

Tan bien estaba la cosa en Ōsaka que recibimos refugiados en mi apartamento. Se vino "el maje", uno de mis mejores amigos. Él es un colombiano que trabaja como programador en Sega, en Tōkyō. Él se trajo un amigo suyo. Además, mi room-mate recibió a una compañera. Todos huían de Tōkyō, por el miedo a la radiación, porque no se podían mover por la ciudad, porque el ambiente era deprimente.

El martes de la segunda semana luego del temblor, las cosas parecían volver a la normalidad. Tōkyō ya estaba agarrando compostura y el éxodo se invirtió.

Sé que muchas vidas se perdieron en el terremoto, y que la situación fue difícil en Tōhoku, sé que varias ciudad y pueblos fueron arrasados, pero eso no justifica el alarmismo de los medios de comunicación occidentales.

A la vez que veía los webcasts de los canales japoneses, leía los artículos de prensa occidentales. La diferencia me pareció grande. O bien los noticieros japoneses no decían la verdad para que no hubiera pánico, o bien a los occidentales les gusta exagerar para atraer lectores. Con el pasar de los días decidí que era la segunda.

Como verán, Ōsaka se vio poco afectada por el temblor. Las únicas cosas que cambiaron fueron que recibimos refugiados, y que en muchas esquinas y estaciones de trenes se veían grupos de voluntarios y partidos políticos recolectando dinero para enviar a las áreas más afectadas.

Sí, Simón sigue en Japón.

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Por cierto, si alguien quiere hacer alguna donación, abajo dejo unos sitios web. La emergencia ya pasó, pero igual hay mucha gente sin hogar y con traumas psicológicos a las que podrían ayudar.

Cruz Roja japonesa
Doctors without borders
Caritas