viernes, agosto 31, 2007

Nara

Entre los años 710 a 794 Nara era la capital de Japón, ahí estaba la aristocracia y los emperadores y emperatrices de la época. Nara fue capital de Japón hasta que otro emperador decidió cambiar la capital a la actual Kyôto.

Nara es una ciudad llena de templos antiguos, perfecta para turistear.

El día que habíamos planeado para ir a Nara coincidió con mi cita en el consulado de los EEUU para solicitar visa. Me tuve que levantar a las 6:00 luego de acostarme a eso de las 2:00 resolviendo un problema con la impresión de un archivo que necesitaba para entrar a la embajada.

Sin quede alguna duda, dormí en el tren a Nara, así que no sé que tan lejos queda, sólo sé que es el estado de al lado. Quienes me acompañaron en este viajecito fueron Graham (us) y Leonardo (br). Graham ya había estado antes en Nara, así que él fue nuestro guía. Empezamos por la famosa pagoda de 5 pisos del templo Hyôryûji.





Eso es una pagoda, es una torre/templo. En esta pagoda en particular al público no se le permite entrar. Su función es inspirar espiritualidad a través de su imponente vista. Las pagodas tradicionalmente se construyen para guardar reliquias budistas en su interior. Lo que parece un pararrayos en la punta es un pararrayos. En la antigüedad las pagodas eran los edificios más altos de cualquier lugar y por ende atraían descargas eléctricas de las tormentas. Esto, además, le daba a la edificación una idea de ser un sitio cargado de espiritualidad.

Algo que uno nota inmediatamente por estos templos es la abundancia de venados. Los venados son animales sagrados para los templos de esta zona, así que andan libres como vacas por la India. Ya están acostumbrados al contacto humano. De hecho hay kioskos cuyo producto no son más que galletas para venados. Cuando me fui de generoso con estos animalejos la paga que recibí fue un intento de cornada por un venadito que no tenía cuernos. El venadito entendió que yo tenía galletas, él quería galletas, en conclusión me cabeceó para apurarme en alimentarlo. ¡Qué mala actitud! Lo gracioso es que me vengué, ¡le hice comer papel!… en verdad fue más como un accidente… o como un experimento…




Los templos están todos relativamente cerca, todos dentro de un gran parque. En paralelo a las caminerías van linternas, de piedra o madera. Los encargados de los templos pueden poner tu nombre en alguna de las linternas a cambio de una donación. El camino por el parque está rodeado de árboles, y algunos arroyitos.





Nos detuvimos en una tiendita y bebimos "ramune". Una bebida gaseosa típica. La botella es lo central de la experiencia de beber ramune. Por tapa tiene una metra que se mantiene en su posición por el gas. Una vez que undes la metra el gas escapa y la misma baja. La metra queda atrapada en un cuello interno de modo que puedas tomar sin que la metra suba de nuevo.



Las personas que dan grandes contribuciones a los templos se ganan una mención en las tablitas de donadores.



En los templos hay fuentes y cucharones para realizar un lavado ritual de las manos. Tiene unos pasos definidos de cómo lavarse las manos pero no me pregunten.



Anaranjado es el color del templo Kasuga-Taisha.



Adentro se encuentra uno de los árboles más antiguos y reconocidos del mundo. Este árbol es mencionado en cuentos de la era en que Nara era capital y aparece en dibujos de la época.



Dentro del templo cuelgan un sinnúmero de linternas. Su color original es dorado, pero dejan que agarre pátina durante unas cuantas décadas antes de devolverles su brillo original.



En el templo estaba practicando un grupo de música tradicional japonesa. Como estamos en verano las chicharras (cicadas) también tienen su propio grupo musical.



Algunas de las responsabilidades recaen en las doncellas del templo, como atender algunas tienditas o vender las entradas. Nótose el elaborado adorno en el cabello.



Luego de un almuerzo veraniego compuesto por tallarines fríos para combatir el calor de la temporada, nos dirijimos al más famoso de los templos de Nara, el Tôdaiji. Esta no es más que la entrada. A los lados de la misma hay dos estatuas gigantes hechas en madera, para proteger al templo.




Sin embargo, las estatuas ahora son las que necesitan protección. Por ello las mallas.

El edificio principal del Tôdaiji es la construcción en madera más alta que se encuentra en pie.



En su interior se encuentra el gigantesco Buda de Nara, hecho en bronce en el año de 743 con una altura de casi 16 mts. Es la estatua de Buda más grande del mundo.




Como en todos los templos venden amuletos para todo tipo de cosas, dentro del mismo recinto de la estatua. P. ej. estos son para pasar los exámenes. El inglés no tan correcto es típico de Japón. Tal vez debería hacer un post de "engrish"…



Nuesta última parada fue en una edificación que se llamaba algo así como "3". Desde ahí se podía ver una buena parte de Nara.




Más fotos en:

http://picasaweb.google.com/O.Simon/Nara

lunes, agosto 20, 2007

Lecciones de antropología

A las 2 ó 3 semanas de haber llegado a Japón decidí que quería practicar en la universidad alguna actividad japonesa. Tenía que aprovechar esta oportunidad.

En todas las universidades japonesas hay "clubes" (bukatsu) y "círculos" (saakuru, del sustantivo inglés "circle"). La diferencia entre ambos radica en que los clubes son serios, es obligatorio ir a todas las prácticas y participar de todas las actividades del club, bien sean competencias o salidas para beber. Los círculos son grupos de personas que se reunen para practicar alguna actividad en particular, pero lo hacen con la idea de divertirse, se lo toman con calma, cero presión, posiblemente no participen en competencias, etc.

En mi universidad hay muchos clubes, para todos los gustos. Hay clubes deportivos, como rugby, lacrosse; hay clubes culturales, como tocar el tradicional o-koto o practicar caligrafía con kanji (shodo, "el camino de la escritura"); hay clubes divertidos como el de video-juegos; etc. También hay círculos, como el de tenis.

O-koto:


Como era de esperarse de una universidad de Japón hay muchos clubes de artes marciales. Karate, Tae-kwon-do, Kendo (combate con espada de bambú), Kyûdo (arco y flecha japonesa), Judo y Aikido fueron las artes marciales que pude conseguir. En un principio me llamó la atención el kyûdo, pero lamentablemente el club sólo aceptaba estudiantes de pregrado, un estudiante de investigación y futuro estudiante de maestría estaba más allá de los límites del club.

De las demás artes marciales sólo me llamó la atención el aikido. El kendo es una sobre-simplificación de las verdaderas prácticas con espada, lo que se practica ahí no es lo que se usaba en las peleas antiguas, es el deporte que quedó luego de remover todas las prácticas realmente marciales. Se dice que el judo es malo para la cadera… las artes con puños y patadas no me interesan, para mi enfrentar fuego contra fuego no es lo ideal. De ese modo el Aikido fue la opción escogida.



La palabra aikido está compuesta por tres kanji. El primero, ai, significa unión, con la idea de armonizar; ki significa espíritu, energía; do es camino. El camino de la unión con la energía. La idea básica del aikido es NO enfrentarse u oponerse al atacante, es utilzar técnicas suaves para desequilibrar y derribar al oponente. Utiliza puntos de presión, torceduras, agarres y fuerzas centrífugas de modo que el oponente termine en el suelo.

Breve video ilustrativo donde se demuestran varias técnicas de esta arte marcial:



Como dije antes, los clubes son serios. Muy serios. Tres prácticas por semana, martes, jueves y SABADO de casi 3 horas cada una. El club es tan serio que en 2 años puedes obtener el cinturón negro cuando en el resto de Japón y el mundo tardas 6 años si te dedicas. Ese atajo para la cinta negra viene con un costo, entrenamientos extenuantes, dolor y una alta inversión en tiempo en las actividades de tipo social del club tales como salir a cenar luego de las prácticas.

Al meterme en el club de Aikido me estaba metiendo sin saberlo en una ecología totalmente nueva para mi, los grupos en la sociedad japonesa. En este semestre en el club de Aikido aprendí más de cultura japonesa que del arte marcial como tal, pero eso fue un efecto secundario.

En primer lugar, hay una jerarquía donde se distingue a superiores, inferiores y pares. Quién es superior a quién viene dado por la experiencia. A los superiores siempre se les habla con conjugaciones formales. A los inferiores les hablas como quieras.

Algunas formas de buena eduación que aprendí de uso en la vida cotidiana: al final de una actividad en conjunto los superiores le dicen a los inferiores o-tsukare-sama, es decir, "buen trabajo", o "hiciste un buen esfuerzo" (lit. y a mi entender: "honorable señor cansado" … ), pero uno no debe responder igual, sería una insolencia, uno debe dar las gracias; al salir de una habitación se pide permiso con "shitsurei shimasu" (lit. "hago una descortesía"); al comer en una mesa baja, siempre se empieza sentado en seiza, manera de sentarse sobre sus propias piernas, y luego de empezar a comer uno puede cruzar las piernas; en la mesa uno no se sirve su propia bebida alcohólica, te la sirve alguien más; cuando queda poco en el vaso de un superior le ofreces servirle, si acepta le sirves con la etiqueta de la botella mirando al techo; si un superior te dice que bebas, bebes; etc.

Seiza:



Pero aprendí más sobre la sociedad japonesa. Una vez que te unes a un grupo nunca más te sales, o eso dicta el ideal japonés. Esto se extiende a la vida profesional. Lo que se espera es que te jubiles en la primera compañía donde trabajes, que nunca que te cambies a otra empresa. Esto tiene entretejido cierto ideal de lealtad. Pero Japón no escapa a la globalización, en los últimos años ha ido en incremento una tendencia a la movilidad laboral.

Con los clubes es igual. No te cambias ni renuncias. Un amigo de la residencia fue a ver un campeonato regional de kendo. Los 3 primeros lugares se los llevaron 3 muchachas pertenecientes al mismo club. Él se acercó a ellas y les hizo el siguiente comentario: "wow! ustedes son muy buenas, seguro practican mucho, les debe encantar el kendo", a lo que una de ellas respondió "no, lo odiamos, pero ya estamos adentro, así que…". Así de serio es lo de no salirse.

El comportamiento de no salirse es reforzado por una fuerte presión social. Para los japoneses es de gran importancia la opinión que tengan los demás de ellos. Decepcionar a alguien es simplemente terrible, es de por si un castigo. Si te sales del club estás decepcionando a todos los demás. Sería insoportable.

Aprendí también una palabra que es la cara de toda una filosofía: gaman. El diccionario de Jim Breen la traduce como: paciencia; constancia; perseverancia; tolerancia; auto-control; negación de uno mismo.

No tengo claro a que extensión se aplique el "gaman" en la sociedad japonesa, pero en el club era admirable. ¿Realizando una técnica te diste un golpe? gaman, y continúas. ¿No te puedes levantar del cansancio? gaman. ¿Te duele las piernas del seiza? gaman. ¿Tus rodillas sangran de tanto roce con el suelo? gaman, y sigues…

Sin exagerar. Esta semana fue la semana de entrenamiento para el examen de avanzar de cinturón la semana que viene. Hay muchas técnicas de aikido que se realizan desde una posición sentado en seiza. Si empiezas en seiza y tienes que desplazarte no te paras para caminar, haces shikko:



Luego de entrenar alrededor de un año las rodillas desarrollan una piel gruesa, y el shikko no es incómodo, pero al principio no es así, y aunque usas kimono y el suelo es tatami (es un poco acolchonado) la fricción aun te daña la piel. Si repites la técnica que va para el examen las incontables veces que la tienes que practicar, ocasionalmente se te rompen las rodillas y sangras. En esta semana había gente que sangraba mucho. Tenían unas manchas rojas en el kimono a la altura de las rodillas, y las manchas eran grandes. Había 3 aprendices que sangraban mucho, luego de practicar las técnicas iban por un pañito para limpiar su sangre del tatami, no queremos que nadie se vaya a resbalar.

Muchos tenían también zonas de piel viva en la parte superior de los pies, por la misma razón. Antes de cada entrenamiento se esterilizaban sus heridas y las cubrían con vendas o curitas.

El lunes, primer entrenamiento para el examen, mis rodillas parecían quemadas, pero estaba bien. El martes, ya se me habían pelado y hacer shikko era incómodo. El miércoles no toleraba el dolor del shikko, a propósito no lo realizaba bien para evitar aun un mayor dolor. Si no haces el shikko bien, la técnica no sale. Lo que no entendía es cómo los que más sangraban hacían la técnica bien. En uno de los recesos me acerqué a uno de los que peor estaba justo cuando se curaba sus rodillas. Al verlas en tan mal estado le pregunté:

  yo: itakunai?
  ¿no te duele?

  Yamaguchi: itai yo
  Claro que duele

  yo: eh? dou suru no?
  ¿Qué, y cómo haces? (para seguir con las técnica, por el contexto)

  Yamaguchi: gaman
  

En ese momento gaman obtuvo un significado totalmente diferente al inocuo "tener paciencia". Era ese "negarse a uno mismo", negar su dolor, negar el impulso de detenerse, hacerlo bien.

Durante el semestre me dejó de gustar participar de este club. Las prácticas dejaron de ser divertidas a los dos meses. El grupo como tal no era de mi agrado. Procuraba escaparme de las actividades sociales porque no me divertía con ellos y necesitaba ese tiempo para el intensivo de japonés. Seguía porque el costo en gaman era tolerable y porque temía la reacción del grupo si renunciaba. Sin querer me había metido en esa trama social estilo japonesa. En verdad sentía esa presión social.

Sin embargo, esta semana fue la gota que derramó el vaso. Si no la estoy pasando bien, si para mi ya no es importante la cinta negra, ¿por qué seguir?

Con la ayuda de alguien que tiene más japonés que yo redacté un email con todas las formas de cortesía y humildad posibles. Empezando con agradecimientos por haber cuidado de mi durante todo el semestre, pasando por la razón esperada de "mi cuerpo está en un muy mal estado" llegué al "humildemente desearía recibir que me hicieran renunciar al club". Y no me presenté a la siguiente práctica matutina de las 7:30am en medio de las vacaciones de verano. La tarde de ese día recibí un email desde lo más alto de la jerarquía del club donde se me indicaba que "a pesar de haber renunciado, por los momentos, al club debe presentarse a las 8:30am del día siguiente para exponer sus razones ante el capitán del equipo". Mi sentencia. Ante mis ojos pasó todo. Me imaginé que al estar atrapado en esa red social, renunciar a una semana del campamento de entrenamiento en otro estado, a una semana del examen, y luego de haber pasado tanto tiempo con el club, era algo inimagiable y deshonroso para ellos. Esperaba un escarnio público, o que me dijeran que no se renuncia y que me trague mi voluntad, esperaba miras de ira/decepción. El día anterior a mi juicio no lo pasé muy bien. Angustia++.

Contra toda expectativa la recepción al día siguiente fue muy amable. Me abordaron con tristeza. No intentaron convencerme que continuara, mas me dijeron que era una gran lástima que renunciara, que yo había mejorado un montón, mi condición física y músculos eran los mejores de mi generación (fácil cuando todos son flaquitos…), que de haberme esforzado hubiera alcanzado la cinta negra, etc. Y cerraron con un o-tsukare. Mi comparecimiento ante el capitán del equipo fue fácil. Le expliqué que el aikido no era lo que esperaba, me imaginé que era algo más deportivo y menos marcial. Sencillamente me preguntó si no creía que podía continuar y le respondí que no. Me dijo que estaba bien y se fue. La despedida por parte de los superiores fue más cálida, tanta tristeza me hizo sentirme mal por ellos, tal vez sí habían albergado expectativas de mi.

Con una última reverencia antes de salir entré en mi fase de "recupera tus rodillas y movilidad". El mismo miércoles en que renuncié abusé de la amabilidad de un conviviente doctor y le pedí que me revisara. Lo primero que me dijo fue deja de hacer lo que sea que estés haciendo, y con suerte en una semana estaras bien. Es decir, los aprendices que están sangrando presentaran el examen sangrando, gamaneando y pasaran toda la semana de entrenamiento con ese terrible dolor. Los compadezco.

Pero, ¿por qué no me abordaron negativamente al renunciar? La sociedad japonesa está llena de cajitas y relaciones entre las cajitas. Cada persona pertenece a alguna de esas cajitas, y lo que puede o no hacer depende de en cual esté. Yo me hacía en la cajita de "inferior", pero descubrí que yo estoy en una cajita V.I.P. Tal vez la renuncia de otra persona hubiera sido diferente.

Mi cajita VIP se llama "gaijin" y significa "extranjero". Es una cajita a parte de todas las demás, con muchas menos restricciones y presiones. Todos los japoneses tienen un switch especial que se pasa en las relaciones con los extranjeros. No esperan que entienda su cultura, ni su idioma, ni que me comporte como ellos, me tratan muy amablemente, siempre como un invitado. So far, so good. Sin embargo, vislumbro problemas para integrarme a esta sociedad desde mi cajita VIP.