lunes, diciembre 15, 2014

Un día en París

Supongamos que vives en Ōsaka, que vas a viajar a Venezuela, que necesitas hacer un cambio de aviones en París, que para poder realizar el cambio necesitas visa para entrar a Francia, que para obtener la visa tienes que pedir un día de vacaciones, viajar en bus nocturno hasta Tōkyō e ir a la embajada de Francia. Dadas estas condiciones, ¿harías solamente el cambio de vuelo? ¿O visitarías París aunque sea un día?

Luego del viaje de Joy en Venezuela, en la ruta de regreso a Japón nos tocaba hacer una escala de 2 horas en el aeropuerto de París. De antemano habíamos pedido que nos movieran el segundo vuelo al día siguiente para poder visitar París un día. Fue Joy la que escogió los sitios a visitar ya que nunca había estado en Europa.

Llegamos al hotel, dejamos las maletas y salimos a París.

Primera parada, la catedral de Notre Dame. Notre Dame estaba celebrando su 850º aniversario* y enfrente de la catedral había una tarima conmemorativa. La tarima estaba rodeada con nombres y conseguí el mío. Por dentro, la catedral es mucho más grande de lo que uno infiere al verla desde afuera.







Tomamos nuestro tiempo para apreciar los vitrales, descubrir estatuas, leer sobre la historia de la catedral y explorar el gran nacimiento que todavía estaba puesto.







Al salir almorzamos crepes en un puesto en la calle.



Segunda parada, Sainte Chapelle. Ésta es una pequeña capilla que no está muy lejos de Notre Dame. Está detrás del Palacio de Justicia. Según Joy investigó en fotos, los vitrales allí son muy bonitos.





En efecto, la capilla es muy bonita. Los vitrales contienen escenas del viejo testamento, la infancia de Jesús, su pasión, el descubrimiento de las reliquias de la pasión de Cristo y su traslado a París.

Ahí nos quedamos un buen rato apreciando los vitrales, las decoraciones pintadas en los muros, etc.







Luego de Sainte Chapelle Joy quería ir a la basílica de Sacré-Cœur, pero el día se nos había ido más rápido de lo que anticipamos y no pudo ser. Sacré-Cœur quedará para una próxima visita.

La Torre Eiffel es uno de los símbolos de París, pero en lugar de visitarla Joy escogió como última parada el Arco del Triunfo. Desde el Arco del Triunfo se puede ver perfectamente la Torre Eiffel. "Como tenemos solamente un día, hay que ser eficientes". El plan era llegar al Arco del Triunfo caminando a través de los Campos Elíseos.

Cuando llegamos a los Campos Elíseos ya era el crepúsculo. Cuando llegamos al arco ya era de noche.





Los Campos Elíseos están flanqueados por todo tipo de tiendas elegantes y costosas. Joy aprovechó para comprarse unos cosméticos que en Japón no se consiquen.

Al llegar al Arco del Triunfo le conté a Joy de Francisco de Miranda, "el primer venezolano universal", quien participó en las guerras de independencia de Estados Unidos, en la Revolución Francesa y en las guerras de independencia de Venezuela. Juntos buscamos su nombre grabado en el arco.



¿Sabían que uno puede subir hasta la cima del Arco del Triunfo? La subida se hace larga en una escalera de caracol.



Desde arriba pudimos ver una buena parte de París y la Torre Eiffel iluminada. El ambiente se puso romántico y le robe un gran beso a Joy. La señora a nuestro lado se sorprendió y se echó a reir (luego se apartó un poco).





Ya de noche cenamos en un restaurante no francés. No teníamos presupuesto para una cena francesa y el hambre nos invitó a elegir alguna comida que llenara el estómago.

Todavía hay muchos sitios que queremos visitar algún día: Sacré-Cœur, la Torre Eiffel, el museo de Louvre, etc. Pero este breve viaje fue una buena manera de cerrar nuestras vacaciones fuera de Japón. Ahora regresamos a Japón sin arrepentimientos, listos para continuar con el trabajo duro.

Pueden encontrar más fotos en Flickr.

* = ¿Alguien se acuerda de los nombres de los número ordinales en castellano? A mí me tocó averiguar que 850º se lee octingentésimo quincuagésimo, o también quincuagésimo aniversario del octavo centenario…

domingo, noviembre 30, 2014

Joy en Venezuela

Todos los años mi jefe me prometía que el año siguiente yo no podría tomar vacaciones en diciembre ya que estaríamos muy ocupados con las entregas. A finales de 2012 él estuvo en lo correcto, a medias. Con la fecha de entrega entre Navidad y fin de año no pude ir a Venezuela sino para celebrar el Año Nuevo. Invité a Joy a que me acompañara.

En Venezuela es muy normal que uno presenté su novia a sus padres. No tiene especial importancia. En Japón, uno presenta su novia a sus padres cuando ya se van a casar. Similarmente en Filipinas.

Podrán imaginarse la conmoción en Japón cuando nuestros amigos, colegas y demás se enteran que llevo a Joy a Venezuela. "¡Eh! ¿Se van a casar?"

Sin embargo, Joy no tenía esas expectativas. Ella sabía que la cultura venezolana es diferente. Ella decidió acompañarme para poder conocerme mejor a través de conocer a mi familia, mis amigos y los lugares donde crecí.

Joy nunca había viajado tan lejos. Para ella un vuelo largo es de 6 horas. Para ir a Venezuela viajamos alrededor de 12 horas de Osaka a París, pernoctamos en un hotel cerca del aeropuerto, y luego viajamos otro tanto a Caracas. Lo que para mí se había vuelto un vuelo normal a ella la estaba volviendo loca.

El shock cultural inverso que siempre me llevo al llegar a Caracas es el nivel de ruído en el aeropuerto. Uno no puede conversar con la persona que tiene al lado. Muy distinto es en Japón donde el aeropuerto tiene un silencio de biblioteca.

A Joy no le sorprendió el ruído, sino las mujeres. Nunca había visto tantas mujeres con la retaguardia y la vanguardia tan voluminosas. Y nunca jamás se la habían llevado por delante con dichos volúmenes.

Joy se quedó en mi casa. Se convirtió en una hija más de mis padres. Comió las mismas comidas, se acostó y se levantó con nuestro horario, fue a la iglesia con nosotros, todo igual a los demás. La única diferencia era que hacía falta quien tradujera del castellano al inglés.

El 31 de dicimebre tuvimos una cena en mi casa con el abuelo, como es tradición familiar. Fue un año nuevo interesante porque se sentía como si la familia estuviera creciendo. El abuelo estaba muy feliz. Joy pudo probar platos venezolanos, como el pan de jamón y el dulce de lechosa, y también platos portugueses, como las paletas de cochino al estilo de Madeira. Lo de los platos portugueses viene de que la mitad de mi familia es portuguesa.

Luego de la celebración de año nuevo teníamos dos cursos: el curso personal y el curso turístico.

Por el lado personal llevé a Joy al colegio donde estudié primaria y secundaria. El colegio de puros varones, todos uniformados, la arquitectura del lugar, la formalidad de los profesores y demás le recordó la película Dead Poet Society.

Visitamos a mi abuela y abuelo. No se esperaba que en casa de mi abuela hubiera morrocoyes de mascota. "¿Quién tiene tortugas en su patio trasero?". En Filipinas las únicas personas que tienen tortugas de mascota son los chinos, por lo de la buena suerte. Qué coincidencia tan curiosa entre los chinos de filipinas y los guayaneses de Caracas.

Mi abuela era profesora de arte en sus años mozos. Tiene toda su casa adornada con platos, estatuillas y pinturas que ella mismo hizo. Joy es programadora en el día, pero es artista en su tiempo libre. Parece que Joy se identificó mucho con el trabajo de la abuela. Los lazos entre las dos artistas se afianzaron luego de las ocurrencias y chistes de mi abuela, además de las advertencias de lo que tendría que soportar si se casara conmigo... ¡No te apures abuela!

En cuanto a mi abuelo, Joy se deleitó con los cuentos de la vida en Portugal y de cómo mi abuelo se abrió camino al llegar a Venezuela.

Uno de los placeres que tengo cuando soy guía turístico es el de ver a las personas sorprenderse con algo nuevo o inesperado. Yo esperaba que la comida venezolana causara muchas impresiones en Joy. Mas el impresionado fui yo.

Cuando la llevo a comer lengua, me dice que "sabe a caldereta". Cuando en mi casa le damos quesillo, me dice "ah, sí, leche-flan". ¡Te aseguro que no te has comido una guanábana! "Le decimos guyabano". La influencia española en sus colonias fue mayor de lo que imaginaba.

Ahora bien, sí fue nuevo para ella la manera en que usamos las frutas. Por ejemplo, hay tiendas que preparan helado de guanábana, o en mi casa se hace dulce de lechosa y jalea de mango. En Filipinas las frutas se comen naturales.

Joy quedó impresionada con la complejidad de las recetas venezolanas. En Filipinas muchas recetas salen en poco tiempo. Pero cada vez que le preguntaba una receta a mi mamá, o al abuelo, o a la madre de un amigo, todo el mundo le decía "facilito" y presentaban una receta de horas, con varios pasos y un montón de ingredientes.

Por último, a Joy le llamó la atención el hecho de que cada familia tiene su propia variación de las recetas, y de que en cada casa la comida navideña varía mucho, cada quien según su lugar de origen. El ejemplo más fácil es la hallaca, cada casa la hace de manera distinta, y como dicen "la mejor hallaca la hace mi mamá".

En Japón y en Filipinas hay muy poco contacto físico entre las personas. En lugar de darse la mano, aquí la gente hace una reverencia. En lugar de un abrazo, una inclinación de cabeza.

Joy no estaba preparada para que la manosearan tanto. Cuando a uno le presentan a alguien, esa presentación viene con dos besos y un abrazo. ¿Ya te vas? Venga un abrazote, aunque nos vayamos a ver mañana. Y es imposible que alguien te hable sin tocarte una vez por oración.

Por supuesto, aprovechamos para turistear y mostrarle a Joy algunas partes de Venezuela. Mi familia también aprovechó para conocer sitios a los que no habíamos ido antes. Ustedes saben que cuando uno vive en un lugar uno siempre deja los sitios turísticos para más tarde, indefinidamente.

Llevamos a Joy al cerro el Ávila, la montaña que separa a Caracas del mar Caribe. Subimos en teleférico. El viaje en el funicular es agradable y la vista de Caracas es sin igual. Lo malo es que no hay mucho que hacer en la cima, y hay que hacer largas colas para tomar el teleférico en ambas direcciones.



Visitamos por primera vez la Hacienda Santa Teresa, donde se produce el ron homónimo. Nos pasearon entre las cañas de azúcar, nos mostraron las barricas de añejamiento, y nos dieron una cata de ron.

A mí me gustó descubrir que en el pasado habían trenes hacia Caracas. En Santa Teresa se mantiene una antigua estación y una locomotora.





Visitamos el pueblo de El Hatillo, con sus pintorescas casas. A parte de probar la chicha venezolana Joy también exploró el arte criollo en la tienda Hansy.





Por último, Joy, mi hermana y yo nos fuímos un día a Los Roques, un archipiélago en el Caribe. Fue primera vez para los tres. Los venezolanos estamos muy orgullosos de nuestras playas. Pero de la misma forma que la comida venezolana es parecida a la filipina, para Joy Los Roques le recuerda a Boracay.



Luego de un par de semanas con mi familia, de haber conocido a mis mejores amigos, compartido en algunas de sus casas, y de haber visto de dónde vengo, parece que Joy me entiende mejor. O por lo menos dice que ahora entiende de dónde vienen ciertos comportamientos míos.

A principios de 2013 tomamos un avión de regreso a Japón, vía París. A diferencia del vuelo de ida no hacía falta pernoctar, sino esperar en el aeropuerto un par de horas... ¿Pero quién va a dejar que el horario de los aviones dicte su estadía en París?

viernes, octubre 31, 2014

El faro de Hinomisaki


A Joy le gustan los acantilados y los faros. Son lugares con vistas increíbles. Otoño es una buena temporada para viajar. Así que para octubre de 2012 (todavía estoy poniéndolos al día con los cuentos) planifiqué un viaja para ir a visitar un faro bonito.

Busqué faros en Japón y conseguí uno excepcional: el faro de Izumo Hinomisaki.

El faro era nuestro objetivo, pero conseguimos muchos otros sitios turísticos que visitar en la prefectura de Shimane.



Yo vivo en Ôsaka, que es el número 27 en el mapa, y Shimane es el número 32.

Solicité medio día de vacaciones en el trabajo. El viernes por la tarde agarré junto con Joy un autobús rumbo a Matsue, una de las principales ciudades de Shimane.

Había escuchado que en Matsue hacen una sopa de miso con cierto molusco de la zona. Según se dice, es una sopa deliciosa. En la estación donde nos bajamos conseguimos lo que parecía ser un buen restaurante. Nos metimos y probamos. Yo por lo general no tomo sopa. Es un trauma de la niñez. Sin embargo, esta sopa sí estaba buena. Más pudo la sopa que el trauma.



En la mañana del sábado nos acercamos a la zona del templo de Izumo. Ahí cerca hay un museo sobre sobre el templo y las leyendas de Shimane. Resulta ser que es en Shimane donde se desarrollan muchas de las leyendas shintoístas.

En el museo pudimos ver modelos de escenas de las leyendas. Algunas leyendas son (resumidas):

El dios Susano-o bajó a la tierra y se encontró con una pareja. Casi todas sus hijas habían sido devoradas por la serpiente de ocho cabezas Yamata-no-Orochi. Ya pronto la serpiente venía por la última. Susano-o ordenó a la pareja llenar ocho jarrones con licor. Al llegar, cada cabeza de Yamata-no-Orochi debe el licor y se embriaga. Susano-o no tuvo ningún problema en exterminar a la bestia luego de que se quedó dormida.





Otra leyenda cuenta que al dios Yatsukamizuomitsunu le pareció que la zona de Shimane era muy estrecha, así que agrandó la tierra al traer islas con su soga.



Hay una leyenda que cuenta cómo un conejo que vivía en la isla Oki quería ir a la isla principal. Engañó a unos tiburones para que se formaran en fila "para ver quienes son más, los tiburones o los conejos". El conejo pasó sobre los tiburones hasta la isla principal con el pretexto de contarlos. Pero antes de llegar le dijo a los tiburones cuán tontos eran. El último de la fila no se lo tomó bien y despellejó al conejo. Los hermanos del dios Okuninushi pasaban por la zona, rumbo a pedir la mano de una princesa. Los hermanos engañaron al conejo para que se bañara en agua salada y sufriera más, pero Okuninushi le explicó cómo curarse. En agradecimiento el conejo predijo que sería él quien obtendría la mano de la princesa.



También hay una segunda parte a esta leyenda donde Okuninushi es asesinado dos veces por sus hermanos, y es revivido dos veces por su madre. Luego huye al infra-mundo, se enamora de la princesa de este lugar, le roba la espada a Susano-o y huye junto con la chica. Me pregunto si son leyendas como ésta las que inspiran las épicas del animé.

Luego del museo visitamos el templo shintoísta de Izumo. Es un templo muy antiguo dedicado a Okuninushi quien es el dios de los matrimonios. Muchas parejas van a Izumo para pedir que su amor sea duradero. Nosotros fuimos de pura casualidad :P

En el shintoísmo se tiene la creencia que todos los dioses se reúnen en el templo de Izumo en el décimo mes lunar de cada año. Ahí los dioses deciden los nacimientos, matrimonios y muertes del año que viene. Como en ese mes los dioses se ausentan para atender la reunión, el nombre tradicional del décimo mes lunar es Kannazuki, o "el mes sin dioses". Pero en Shimane se le llama Kamiarizuki o "el mes en que hay dioses".



El templo de Izumo tiene una shimenawa muy característica. Shimenawa es una soga de paja que indica que un sitio es sagrado. La shimenawa de Izumo es la más grande de Japón.



Tuvimos la suerte de ir en el momento en que se celebraba una boda shintoísta. Vimos desde afuera del altar. Cuando terminaron le robamos una foto a las familias.





Luego de almorzar en un restaurante cualquiera agarramos un autobús hasta un sitio cercano al fato de Hinomisaki.

Le tenía a Joy una franela con un poema geek:

«Roses are #FF0000
Violets are #0000FF
All my base
are belong to you
»



El faro de por sí es muy bonito. Arriba la vista es realmente hermosa. Tienes todo el mar enfrente a ti. El sol es radiante. La brisa nunca cesa de visitar. Allá arriba sólo se escucha el mar romper contra el acantilado y de vez en cuando los sonidos de alguna ave. Estar allá arriba es estar desconectado del mundo por un rato. Es como si el vacío te colocase en otro mundo muy distante del nuestro.









Provoca quedarse horas. Pero el viento se hacía cada vez más frío y más fuerte, y el atardecer se acercaba. Yo tenía un plan para el atardecer: pasarlo en la playa de Inasa-no-hama.

En Inasa-no-hama hay una gran roca llamada Benten-Iwa. Al ver semejante roca en la playa, es fácil ver de dónde surje la leyenda del dios que halaba islas hasta Shimane.



El shintoísmo dice que es en esta playa donde llegan los dioses que van a visitar el templo de Izumo. Ahí nos quedamos hasta el final del atardecer.



El día domingo por la mañana tomamos un mini-curso de hacer dulces japoneses, o wagashi. Son dulces frescos hechos con harina de arroz. Por ser frescos y húmedos apenas duran uno o dos días.

La lección la dio un maestro repostero. Era un señor mayor. El maestro tenía un manera de moverse y expresarse que me recordó mucho a una de mis abuelas. Ella en su época moza fue maestra de artesanía. La manera muy directa de enseñar, la forma firme pero no desagradable de corregir, el cómo usa sus manos, todo me recordaba a mi abuela.



La pasta de arroz, las decoraciones de gelatina, y todo lo necesario estaba preparado de antemano. Lo único que hicimos fue ensamblar los dulces. Hicimos dos. Uno con los colores del otoño y uno en forma de castaña. El tercer dulce nos lo dieron de regalo.



Con nuestros dulces a cuestas agarramos un pintoresco autobús hasta el castillo de Matsue.



El castillo en sí no es muy diferente de castillos que había visitado anteriormente. Lo que lo hace especial es que es uno de los pocos castillos japoneses que se conservan en su estado original.





En el jardín del castillo conseguimos una tiendita de té verde. Pedimos sendos té y aprovechamos para comer los dulces que habíamos hecho. Los dulces japoneses solos no saben muy bien. Son un poco pastosos y algo insípidos. Pero al tomarlos juntos con té todo cambia. El té hace que resalte su dulzura, los sabores se tornan vivos, y es más fácil de pasar. Delicioso (:



Con eso cerramos el viaje. Abordamos un autobús de regreso a Ōsaka y a seguir con el trabajo.

Pueden encontrar más fotos en el álbum de Flickr.