viernes, febrero 29, 2008

Conejo sobre-esculpido

Necesito que se vayan al post ¿Y mi nieve?. ¿Ya se lo leyeron? Muy bien.

Ahora miren esta foto:



Esa foto la tomé yo… ¡NEVÓ! ¡Nevó infinito! Un día me desperté y noté que el invierno se estaba poniendo cruel, por lo frío. Cuando voy a tomar una ducha se me ocurre abrir la ventana del baño y veo todo cubierto de nieve… :D Aparentemente estuvo nevando toda la noche, así que hubo nieve en la mañana.

Y nevó tanto que se acumuló.






Los niños habían salido a jugar con sus juguestes invernales, habían unos deslizandose por las pendientes cual pingüinos, otros participando de guerras de nieve.



No podía dejar pasar esta ocasión. Tenía que hacer un yuki-usagi, es decir, un conejo de nieve. Resulta ser que en el Japón tradicional no se hacían muñecos de nieve. Eso es nuevo, y presumo que es gracias a la globalización. Antes se hacían conejos de nieve.

No sé de dónde saqué esa información, tengo un vago recuerdo, tal vez fue en una clase de japonés.

Algo característico de estos conejos es que sus ojos son rojos, son los frutos de un árbol llamado Hîragi:



Parecen pequeñas cerezas. Las orejas del conejo son las hojas del mismo árbol. Ahora bien, yo no sé identificar Hîragi… tampoco vi ningún árbol en los alrededores con frutos rojos. Así que mi conejo sería algo como retro-moderno.

En mi nevera de estudiante desordenado es muy difícil que se hallen cosas como cerezas u otra fruta saludable. En consecuencia, los ojos de mi usagi-chan serían de caramelo. Utilicé un par de Jelly Belly sabor cereza ácida. No es tan saludable como la fruta de verdad, pero es lo que tenía a la mano. Normalmente, los yuki-usagi no llevan nariz, pero ya que le puse ojos de caramelo decidí que una nariz oscura sabor arándano ácido mejoraría la cara de mi animal.

Como no conseguí hojas parecidas a las indicadas en la receta decidí hacerle orejas de nieve. Pensé que no podía ser tan difícil. Se cayeron un par de veces durante la construcción, pero le agarré el truco.

Voilà:





Esos Jelly Belly me trajeron más problemas que soluciones. Cuando me faltaba poco para terminar el conejo se acercó un grupo de niños japoneses cuidados por una señora. Uno de ellos, presuntamente hijo único, consentido, mal criado, a-mi-no-me-niegan-nada quería comerse los ojos de caramelos de mi conejo. Uno de sus amigos lo detuvo y me dió oportunidad de sacar la bolsa de Jelly Belly ácidos y ofrecércela, le dije que se comiera toda la bolsa si quería, con tal de que no me toque mi conejo. Como eran ácidos al chamito no le gustó… ahí tiene, por glotón.

Nunca me imaginé que los Jelly Belly se derritieran en la nieve. La cara de mi pobre conejo se tiñó de rojo cereza ácida. Además, a medida que se corría la tinta, el caramelo iba derritiendo la nieve a su paso. Ya en la noche mi conejo tenía huecos rojos en lugar de ojos… creepy.





Tomé fotos, se las envía y mostré a varias amigas japonesas. Todas coincidían que era un conejo muy bonito, o muy kawaî (lindo, cuchi). También, la señora que cuidaba a los niños me dijo que estaba muy bien elaborado.

Yo no entendía a que venían tantos halagos. Era mi primer yuki-usagi, seguro el de cualquier japonés superaría el mío. Busqué un poco en internet y conseguí inmediatamente la respuesta. Los conejo de nieve no son anatómicamente correctos, ni siquiera son buenas aproximaciones de una superficie lepórida. Más bien, son bastante sencillos:




y en caricaturas:



Me enteré de eso demasiado tarde…

Pude disfrutar de la nieve como debe ser. Ya no tengo nada que envidiarle a la foto de mi calendario :-)

lunes, febrero 25, 2008

¡Demonios, afuera!
¡Buena suerte, adentro!

El 3 de febrero del calendario actual era el último día del antiguo calendario lunar. El viejo calendario se usó en Japón desde el año 692 cuando el Emperador Jitô así lo decretó. Ese sistema quedó intacto, a pesar de sus inconsistencias con el año solar, hasta una pírrica reforma en 1684 bajo el shogunato Tokugawa. No fue sino hasta a modernización traída por el período Meiji que se introdujo el uso del calendario gregoriano en Japón.

Debido a lo tardío de la introducción del calendario moderno muchas de las celebraciones japonesas quedaron en fechas extrañas en el nuevo calendario solar. Especialmente Setsubun, que era la celebración de despedida del año viejo, ahora cae a principios de febrero.

Hoy en día se conserva la tradición de celebrar el Setsubun. Esta celebración mantiene muchas tradiciones antiguas, pero se le han ido agregando cosas nuevas. Ahora es una mezcolanza de supersticiones.

En esto consiste el Setsubun: Como al día siguiente amanecería año nuevo, no querían que los demonios estuvieran por ahí rondando y haciendo de las suyas; de alguna manera llegaron a la conclusión de que arrojar granos tostados por la ventana de la casa gritando "¡Demonios, afuera!" (oni wa soto) auyentaría a los espíritus malignos. Aparentemente había un monje budista que espantaba malos espíritus así. Una vez exorcizados los oni había que llamar a la buena suerte para el resto del año. Solución, arrojar más frijoles, esta vez dentro de la casa, gritando "¡Buena suerte, adentro!" (fuku wa uchi).

Así era hace 60 años o más. Sin embargo, en la época moderna se realizan más rituales. En la década de los 50's los comerciantes de sushi necesitaban vender más, o simplemente estaban codiciosos. Uno de ellos se inventó que había que comer un sushi entero, es decir, el tubo completo sin dividirlo en 8 partes, de un solo halón, y sin decir nada, para atraer la buena suerte. Si decías algo, por tu voz se escaparía la buena suerte de ese nuevo mísitco año lunar.

Luego alguien dijo que había que comer dicho sushi mirando a una dirección cardinal específica, que varía cada año dependiendo del animal del zodíaco chino que toque.

Además, también existe la tradición de que una persona cuyo signo zodiacal chino sea el del año actual debe ponerse una máscara de demonio y recibir los frijoles arrojados por los demás.

Este mes participé de un Setsubun que se realizó en el "Information Room for International Students". Todo estuvo organizado por las secretarias y los jóvenes de un club de intercambio cultural.



Empezamos por preparar el sushi, cada quien, a su gusto. Habían varios ingredientes y cada quien escogía lo que quería.




Había lechuga, tiras de tofu o algo parecido, cangrejo, pepino, atún, huevo en tiras, alguna rama verde y



ume, que es lo mismo que ciruela ácida y



un tipo de pescado seco color rosado que no sabe a nada más que sal.

Recibimos ayuda y explicaciones de cómo enrollar el sushi.







El mío llevaba atún, cangrejo, la rama miscelánea aquella y el pescado en
polvo.



Con un poco de ayuda lo logré enrollar exitosamente.






Dejamos nuestros sushi a un lado mientras se doblaban cajitas de origami para colocar los granos de soya que luego serían arrojados







Este año, el año de la rata, tocaba comer el sushi viendo al sursureste





Y a que no adivinan quien nació en el año de la rata…








Obviamente, quedó un reguero. Pero como a mi me tocó recibir frijolazos no me puse a barrer. Es como que uno tenga que limpiar luego de su propia ejecución.