martes, agosto 31, 2010

Udón de Sanuki

En el post anterior mencioné que los shakai-jin tienen el derecho de gastarse el dinero de cuanta manera ridícula conciban. No pensé que tendría un buen ejemplo tan pronto.

En Japón está muy difundida la idea de hacer viajes de un día. De hecho, este concepto tiene su propia palabra: higaeri. Yo no sé cómo es la situación en otros países, pero en Venezuela los viajes de un día son la excepción. A mi parecer cansan mucho y no te permiten conocer el lugar con calma.

Sin embargo, los higaeri son la norma aquí. Por un lado, Japón es pequeño, así que es muy probable que hayan sitios de interés que no estén muy lejos. No vale la pena gastar en un hotel si podemos regresar el mismo día. Por otro lado, a los japoneses no les gusta ausentarse de su trabajo, de modo que hacer un higaeri es la única forma de viajar. ¡Qué idea tan loca es esa de agarrar vacaciones para viajar!

Ahora bien, hacer un higaeri de por sí no es algo ridículo. Es razonable ir de viaje a conocer otros lugares. Para que sea ridículo hace falta un objetivo un tanto incongruente, por ejemplo, hacer un viaje para ir a comer fideos. ¡Oh, pero si eso es precisamente lo que hicimos hace un par de semanas! Fuímos a Sanuki, un pequeño pueblo en otra isla, con el único propósito de comer udón, un tipo de fideo grueso hecho de harina de trigo.

¿Por qué Sanuki y no otro lugar más cercano? Porque el udón de Sanuki es famoso por su calidad. Dicen que una vez que comes udón de Sanuki no quieres comer udón en otro lugar.

Sanuki queda en Shikoku, una de las 4 islas principales de Japón. Pero de las 4 islas importante, Shikoku es considerada como la de menor relevancia. En Shikoku no hay ciudades grandes y famosas, no hay industrias, no hay templos populares. Shikoku es vista como una isla rural. Precisamente por esta imagen es que pensé que mis viajes por Japón nunca me llevarían a esta isla. De las 4 principales, ahora sólo me falta Hokkaidô :D

Primero, alquilamos una van. Luego compramos una revista sobre los sitios recomendados para ir a comer udón en Sanuki. A estas alturas del blog no se sorprenderán de que en Japón haya revistas sobre dónde ir a comer qué cosa...





Luego agarramos 4 horas de carretera desde Ôsaka hasta Sanuki.



Como verán, la ruta nos lleva por mar. Tomamos el puente Akashi-Kaikyô que nos lleva a la isla de Awaji, atravesamos toda Awaji y luego tomamos otro puente hasta llegar a Shikoku.





Debajo del segundo puente se forman unos remolinos que son famosos. Son los llamados "Naruto". Sí, tal cual el personaje del animé. O más bien, el personaje lleva el nombre de estos remolinos. Lamentablemente no se formaron en el breve pasar de nosotros sobre el puente.

En el carro íbamos 6 personas entre los que habían artistas, músicos, diseñadores y programadores. Me ahorro las fotos personales porque a los japoneses no les gustan…

Luego de horas de carretera, de ver los dibujos del artista, de escuchar música de animé y de hablar muchas tonterías, finalmente llegamos a Sanuki. No me di cuenta de cuándo llegamos. No hay una puerta ni una señal ni nada. Sencillamente nos paramos en medio de un campo enfrente de una tienda de udón.



Entramos, pedímos udón y nos sentamos a esperar. Así se ve el súper famoso udón de Sanuki:





El de la primera foto es frío, el de la segunda es en agua caliente. Y la manera de comer udón es tomar los fideos, remojarlos en un caldo que típicamente es a base de salsa de soya y cebollín, aunque varía según la tradición de la tienda, y comerlos.





Evidentemente, no agarramos 4 horas de carretera y atravesamos una isla para comer un plato y regresar. No señor, el plan era hacer una peregrinación de udón, visitar tantas tiendas como nuestra capacidad estomacal lo permitiera.

Segunda parada, en una callecita con vista a una montañota, una tienda que es famosa por su tempura de pulpo.







El tempura de pulpo no sabe especialmente bien. Posiblemente lo inventaron para atraer clientes por la novedad. El pulpo te lo entregan entero, y te dan unas tijeras para que lo cortes en pedazos que puedas masticar. Primera vez que como cabeza de pulpo entera. Sabe a concentrado de mariscos.

Tercera parada, tienda enfrente de un campo de arroz. Como nunca había estado tan cerca de un campo de arroz no detuve mi curiosidad.







He aquí el udón de esta tienda.





Aquí le echan huevo de codorniz crudo, papa babosa cruda y algas. Mi capacidad estomacal no lo logró, así que solo comí un huevo sancochado en caldo.



Última parada, helado de udón.



Sabe a caldo de pescado y tiene pedacitos de udón, que como están fríos son chiclosos… No apto para todo paladar. Enfrente de la tienda de helado de udón, que parece ser lo más cercano que tiene Sanuki a un centro de pueblo, había una estatua de un baile local.



Post-última parada, pos-postre: udón con café. No, ya se pasaron de la raya. ¡El udón lo remojan en una tasa de café! Ni lo probé. Suficientes fideos para mí.

Esas fueron todas mis aventuras en Sanuki. La cosa que más me llamó la atención de este pueblo es que el precio de la comida es sumamente bajo. Yo había escuchado de Sanuki antes del viaje, lo que quiere decir que es un nombre que suena, es un pueblo al que la gente va a comer. A pesar de esa afluencia de turistas, los precios de la comida son prácticamente nada. Me da pena con las personas que se pasan todo el día en medio de agua hirviendo preparando udón para cobrar tan solo unos pocos yenes.

Si tuviera que resumir mi imagen de este pueblo en una foto sería a través de la siguiente:



Sanuki es un sencillísimo pueblo de agricultura con algunas montañas a la distancia. No hay nada que ver y no hay nada que hacer que no sea probar udón.

De regreso en el carro nos tocó más horas de carretera en las que hablamos aun más tonterías. Una cosa que me fascinó durante todo el viaje es que el artista no paró de dibujar nunca. Se trajo un cuaderno de bosquejos gigante y sin importar curvas ni baches dibujaba. No le pregunté porqué dibujaba tanto. Pensé que podría ser para practicar, para ser mejor artista en la compañía. La otra posibilidad es que se hizo artista porque le gusta dibujar constantemente, y ese es su hobby. El punto es que de tanto dibujar, eventualmente pasó a dibujarme a mí. Así me veía yo cuando volteaba para hablarle.



Y es así que luego de visitar 5 tiendas en un pueblo de arroz agarramos el camino de vuelta. El sol no esperó por nosotros. Cuando llegamos al puente para retornar a la isla principal ya era de noche. Eso fue muy bienvenido porque nos permitió ver la otra faceta del famoso puente Akashi-Kaikyô:











Y ya. Eso fue todo. Fue un viaje sin ningún punto alto. No hay historias súper interesantes, no pasó nada extraordinario, no hay grandes vistas que mostrar. Nos montamos en un carro, 4 horas, comimos fideos, carro de regreso… Si yo fuera un lector pensaría que los japoneses están locos. De hecho, como extranjero  este tipo de viajes me parecen un tanto excéntricos. Sin embargo, como participante me gustó el viaje. Las semanas previas estuvieron cargadas de estrés en la compañía. Poder salir a respirar un aire distinto (¡en otra isla!), sin apuros, bromeando con amigos, probando el mejor udón de Japón, fue muy relajante.

Y a todas estas ¿Qué tan bueno es ese udón de Sanuki? ¿Vale la pena echarse ese viajesote? Para mí no vale la pena. Tal vez porque como poco udón mi paladar no sabe distinguir un udón fino de un udón corriente. Ciertamente, el udón de Sanuki tenía una frescura que no se consigue en las tiendas comunes, pero eso es de esperarse pues lo preparan ahí mismo. Aparte de eso, es como si hubiera comido en cualquier localcito de Ôsaka…

Me pregunto cuál será la siguiente locura que haremos como shakai-jin...